miércoles, 24 de julio de 2013

Pastelitos de espelta verde

En un principio pensé  limitarme a las recetas de dulces sin azúcar, pero varias personas me han pedido que escriba también recetas saladas, así que me he dicho "¿y por qué no?". Al fin y al cabo no siempre nos apetece comer algo dulce. Si en vez de usar espelta usáis arroz o mijo será también apta para celíacos.

La espelta verde no es otra cosa que la espelta recogida antes de madurar y desecada, tradicionalmente con humo de haya y de forma moderna en plantas desecadoras con aire caliente. Es originaria del sur de Alemania (los primeros datos proceden del convento de Amorbach en el año 1660) y se utilizó mucho en sopas, extendiéndose su uso incluso hasta el Tercer Reich, para decaer después de la guerra. Actualmente se ha recuperado su consumo, utilizándose en sopas, hamburguesas vegetales y hasta en patés. 

Lo mejor es moler el cereal en granos gruesos, a ser posible con un molinillo de cereales porque el de café no dura mucho si lo utilizamos para este fin (yo ya me he cargado varios).

 
 
200 gr espelta verde (si no la encontráis podéis hacerlo con espelta normal, con arroz integral o con mijo)
½ l caldo vegetal
1 cebollita
1 zanahoria
2 cucharadas de harina de soja (optativo: harina de garbanzo)
Perejil
Mejorana u otra hierba al gusto (albahaca, orégano o tomillo)
Pan rallado (para celíacos usar pan rallado sin gluten)
Sal y pimienta
Aceite de oliva

A ser posible molemos el cereal en granos gruesos. Si no tenemos molino para cereales tendremos que comprarlos ya molidos.

Cocemos el cereal en el caldo vegetal. Mientras tanto picamos la cebolla muy menudita y rallamos la zanahoria. En un cuenco mezclamos la harina de soja (o de garbanzo) con 6 cucharadas de agua. Cuando el cereal esté listo agregamos la verdura picada y las hierbas, la mezcla de harina de soja y sazonamos con sal y pimienta. Añadimos un poco de pan rallado y probamos a hacer una bola no muy grande. Si se pega mucho a los dedos agregamos más pan rallado. Vamos probando hasta obtener una consistencia que no se desmorone y al mismo tiempo no esté demasiado líquida. Es cuestión de probar.

En una sartén antiadherente ponemos algo de aceite (no es necesario mucho) y vamos colocando bolas de masa, las aplastamos un poco y comprobamos que no se peguen a la sartén. Freímos las bolsas por los lados añadiendo aceite si es necesario, y las vamos sacando a un plato cubierto con papel de cocina para que suelten el exceso de aceite.

Los pastelitos se sirven calientes acompañados de salsa de tomate.

Y si os sobran podéis congelarlos o comerlos al día siguiente dándoles un calentón en el horno. También se prestan para bocadillos si hacéis una excursión.



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