domingo, 27 de julio de 2014

Los regalos de la naturaleza

Cuando yo era chica de vez en cuando soñaba que escarbaba un poco en la tierra y salían monedas, era una sensación muy especial, como encontrar tesoros. Bueno, pues esa sensación es la misma que tengo cuando yendo de excursión de pronto me encuentro frambuesas o fresitas silvestres en el camino:

Estas frambuesas las encontré en mi jardín, estaban escondidas detrás de las hierbas gigantes
 La cosecha no fue muy grande, pero bastó para una tarta:

Cada frambuesa encontrada era como encontrar un tesoro. Y además me resulta super relajante
Y a los pocos días, dando un paseo por el campo, en el borde del camino encontramos millones de fresitas silvestres, nunca había visto nada igual:



Empezamos a coger y no podíamos parar, seguro que sabéis a lo que me refiero. Y a pesar de todo quedaron suficientes para los pájaros, los ratoncillos y los que pasaran por allí después de nosotros.


¡¡Ésta sí que fue una buena cosecha!!
Por la noche nos regalamos con un delicioso helado de fresitas silvestres:



  Aparte de eso la naturaleza nos ha regalado este año en nuestro jardín grosellas negras:



aunque bien que tuve que currar para llegar a ellas:


Esto parecía la selva
y a fuerza de cortar por aqui

y segar por allí


conseguí abrir un camino hasta llegar a las preciadas grosellas

y llenamos un cacharro así de grande:


Por la noche me pinchaba por todos lados por las dichosas ortigas, pero claro, quién me manda meterme en esos berenjenales con pantalón corto y camiseta sin manga ;-). En fin, dicen que son buenas para prevenir el reúma, así que de ésta salgo inmunizada.

Y para acabar con los regalos comestibles que la naturaleza nos hace en nuestro jardín, aquí tenemos estas magníficas ciruelitas imperiales dulcísimas y deliciosas que compartimos con los pajaritos y no sé cuántos animalitos más (y lo mejor es que el árbol debió de crecer a partir de un hueso que echaron hace ya muchísimos años los antiguos dueños en el montón de compost :-)):

El árbol está cuajadito de ciruelitas, y eso que una tormenta lo quebró

¿no os apetece una?
Otro día os enseñaré los tesoros no comestibles. ¡Qué suerte tengo!

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