martes, 22 de marzo de 2016

¡¡¡Paren el mundo, que me quiero bajar!!!


Hoy me siento completamente identificada con Mafalda, es uno de esos días en que siento de forma muy profunda que no estoy hecha para este mundo. Lo he sentido toda mi vida, pero en determinados días el sentimiento se agudiza, y no es que a pesar de que haya empezado la primavera el día se haya presentado gris, ni que casi nadie haya mirado hoy mi blog, ni que el mundo no sea vegano, no, ni siquiera admito el diagnóstico de "depresión", hoy tengo una crisis existencial aguda.


Quería publicar algo alegre para celebrar la primavera, incluso el otro día escribí un comentario en el blog Aires de Cambio acerca de la actitud ante la vida, y que depende de nosotros ser felices o desgraciados, pero mira por donde, que hoy me ha pillado un día malo y me siento como si me hubieran dado una paliza. Y me preguntaréis, "pero hija, qué te ha pasado?", no?, pues lo que me ha pasado es esto:


Sí, quiero vivir, vivir en libertad. Y no es que esté encerrada en un internado, ni un monasterio, ni tenga que huir de la guerra (como los miles de refugiados, que tienen un drama más gordo que el mío), ni sea un pollo, un cerdo o una vaca de una granja industrial, pero me siento igualmente atrapada en una jaula con barrotes de leyes absurdas, con sus contraleyes y sus "releche" de leyes, guardada por agentes egocéntricos y robotianos que se acogen a lo que dictan las normas o los ordenadores y su única respuesta ante mi incomprensión es un simple "lo dice la ley" o un "el ordenador no funciona", y el arma que utilizan (sobre todo los inspectores de Hacienda y los políticos, y que conste que reconozco que también hay seres humanos en estos dos grupos) es el miedo, cuanto más miedo puedan provocar en las personas indefensas, más se infla su ego y su falsa satisfacción.
 

Y el caso es que me siento afortunada de vivir en sitios tan bonitos, de poder viajar, de disfrutar de la nieve cuando hay nieve, del sol cuando hay sol, del canto de los pajaritos cuando abro mi ventana, de un plato de comida todos los días, de un techo sobre mi cabeza y una cama caliente para descansar, de tener cobertura de internet, que funcione la luz y los grifos de mi casa den agua potable. Siento que la vida tiene cosas maravillosas y estoy muy agradecida de que la naturaleza me dé la actitud interior para saber apreciarlas. Me gustan las cosas simples, y la vida está llena de ellas. 

Libertad (esta niñita chiquita y muy lista, que junto a Mafalda es una de mis favoritas) tiene toda la razón, deberíamos empezar el día con una sonrisa (que encima es gratis), pero además iríamos desentonando con el resto del mundo, y aquí entra en acción la niña rebelde dentro de mí. Sí, me apetece desentonar con el resto del mundo, porque no quiero ser un robot y no puedo aceptar ciertas cosas que ya no comprendo (como decía Roberto Carlos en su canción "Yo quisiera ser civilizado como los animales"), y es que los animales no matan por ideología o por inconsciencia, ni se aferran a normas absurdas, ellos viven su naturaleza y listo. 


Claro que cabe preguntarse si el ser humano no es egoísta por naturaleza, y yo diría que sí, que todos tenemos, como seres humanos, nuestro ego, pero precisamente lo que nos hace humanos no es sólo el ego, sino la capacidad de reflexión y de trascendencia, o sea, de buscar dentro de nosotros aquello que nos hace crecer como humanos y nos lleva a buscar la esencia de la vida.


Este tema llena tratados y tratados, estanterías y estanterías, bibliotecas y bibliotecas en todas partes del mundo y en todas las épocas de la historia de la humanidad, y no quiero tratarlo a la ligera en un simple post, pero lo que quiero decir es que siento que este mundo no está hecho para mí o yo no estoy hecha para este mundo, porque no comprendo por qué tanta gente vive como borregos sin plantearse las consecuencias de sus actos (sólo se horrorizan cuando pasa algo trágico, pero diariamente les dejan tragarse a sus hijos su dosis de violencia en la tele, los juegos de ordenador, la competencia desalmada a la que están sometidos en el colegio y más tarde en el mercado laboral), no entiendo por qué nos aferramos al confort de una instancia superior (leyes, ordenadores, medios de comunicación, gurus...) sin plantearnos nada, simplemente tragamos y vomitamos lo que nos dan, sin criterio propio, sin plantearnos que así no podemos seguir y que tenemos una responsabilidad. Todos entran por el aro y juegan a este absurdo juego. Poco antes de nacer nadie me explicó las reglas de este juego del mundo, si lo hubieran hecho no habría venido.

Creo que las leyes absurdas sólo existen porque nos empeñamos en vivir nuestro ego, en vez de seguir el dictado de nuestra conciencia (una cosa es llegar a acuerdos, como el conducir por la derecha o por la izquierda, según el país, para que haya un orden en el tráfico y no nos choquemos continuamente con el que viene de frente, y otra la estúpida burocracia y la cantidad de absurdos a los que tenemos que someternos porque partimos de la base de que la gente es mala. Y mucha gente lo es, eso es el problema, de nuevo el ego, y entonces se inventan las leyes, pero también guiadas por los egos de las que las inventan).


Y no puedo soportar tanta crueldad, los atentados sin sentidos, la matanza diaria de animales para disfrutar de su carne (¿de verdad se disfruta o es simple costumbre?) o lucirse primitivamente con sus pieles y pellejos, el abuso y explotación de niños como mano de obra barata (o en la prostitución) para que determinados consorcios se enriquezcan o mentes taradas y sin piedad llenen sus bolsillos (pero "sólo" son negritos o chinitos o niños feos que además si no hicieran eso, no tendrían para comer. No nos indentificamos con ellos y les dejamos deslomarse mientras abrimos con ilusión, o quizás incluso sin ella, la famosa caja roja con sus bomboncitos a los que va pegada la sangre de todos esos niños). Todo esto me duele, me duele mucho. 


Pero aunque haya días como éste, en el que no me gusta jugar a este juego y no encuentro mi lugar en este mundo, no soy derrotista, dentro de mí hay una inconformista nata y pienso seguir contracorriente hasta el final de mi vida.


Mucho me temo que tiene que pasar algo gordo en el mundo, que así no puede seguir, es imposible, y quizás lo mejor sea un "borrón y cuenta nueva". No sé cómo, pero al parecer hay muchos que se empeñan en que sea lo antes posible, aunque no precisamente de la manera más positiva para todos.


Y mientras tanto también hay afortunadamente muchos otros que se esfuerzan día a día en crecer interiormente y actuar en consecuencia. Creo en la ley del karma (sí, es una ley, pero una ley que entiendo y que puedo aceptar) y creo que a cada uno la vida nos devuelve, tarde o temprano, lo que aportamos.

Por eso, y aunque reconozco que hoy mi post no suena muy positivo, me uno de nuevo a Mafalda y digo 


Y a pesar de tener un día gris, quiero ser feliz, disfrutar de las pequeñas cosas, vivirme como soy, sin rejas, sin miedos, sin ponerme obstáculos a mí misma y acabar el día con la conciencia tranquila y el corazón abierto a lo que me trae la vida.




2 comentarios :

  1. No había leído este post tuyo y justo lo encuentro tras un una serie de días grises como los que describes. Me ha "alegrado" saber que compartes un pensamiento que siempre he tenido, el de: "Poco antes de nacer nadie me explicó las reglas de este juego del mundo, si lo hubieran hecho no habría venido." Todavía no había encontrado a nadie que lo tuviera -o que lo manifestara.

    En cuanto a los borregos que continuan su vida sin plantearse las consecuencias de sus actos, cada día que miro a mi alrededor me acuerdo de lo que dijo E. Burke: "The only thing necessary for the triumph of evil is for good men to do nothing."

    Sobre "la estúpida burocracia y la cantidad de absurdos a los que tenemos que someternos porque partimos de la base de que la gente es mala", teniendo en cuenta mi trabajo, todos los días me toca hacer un montón de cosas absurdas y estúpidas (y lo peor es que sé que lo son; la mayoría de mis compañeros disfrutan haciéndolo, como si hicieran algo importante, ¡buf!). Y sí, es porque hay gente mala; aunque la mayoría son peores: no se plantean nada.

    La única cosa que no comparto es la creencia en la ley del Karma, pero, oye, si no parecería que lo he escrito yo :P

    Un beso grande

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    1. Hola Cris, me alegro de que te haya llegado mi mensaje y te sientas identificada. Yo no creo que la gente sea mala en sí, lo que somos es inconscientes, ya que si de verdad fueramos conscientes de lo que hacemos y de las consecuencias de nuestros actos, no seríamos capaz de hacerlos (o seríamos unos psicópatas), lo que pasa es que es mucho más fácil no hacerse consciente (y por tanto no hacerse responsable) e ir por la vida con los ojos cerrados, acatando leyes y funcionando como robots.
      Lo que sí creo es que estamos llenos de ego (esa es nuestra maldad) y mientras no nos demos cuenta nos dejaremos llevar por él, y entonces surge la "necesidad" de crear leyes, para controlar las consecuencias de actuar desde el ego.
      La ley del karma no es para mí otra cosa que una especie de cosecha, o sea, una persona que pone alegría en lo que hace y en el trato con los demás tiene más probabilidad de recibir un trato amable y disfrutar de las cosas que la vida nos pone en cada momento por delante. Si vas por la vida con la cara hasta el suelo y con mal humor, perderás la oportunidad de ver las cosas positivas de la vida, porque lo que plantas está podrido, y si actuas continuamente desde el ego, recibirás de los demás un trato en consonancia. Si pones caos en tu vida, vivirás en el caos, y si pones serenidad, encontrarás serenidad, es todo una cuestión de actitud.
      Un beso gordo!

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